miércoles, 6 de abril de 2011

El precio de la fama

Si bien el tema central de este blog girará en torno a los libros y la lectura en general, no todos los artículos versarán sobre dicho tópico. Además, en la publicación pasada hicimos una breve mención de un grupo de celebridades que actualmente promueven el hábito de la lectura y prometimos profundizar en este sector; lo cual, como hombres de honor, cumpliremos.

Empecemos por reconocer que existen varios caminos para llegar a ser una estrella: los hay deportistas, cantantes, actores y hasta quienes son famosos por ser famosos; sé que suena ilógico pero es cierto.

Por un lado, es ampliamente sabido que quienes alcanzan la cima del estrellato, sin importar el sendero que los llevó a ella, ganan mucho dinero. No entraremos en el debate ético de si ello es correcto o no; no es el fin de este artículo. Por otro lado, sobran casos en los que estas celebridades han sido objeto de acoso por parte de ciertos medios, todo para desentrañar la vida privada de los famosos. Hay quienes aseguran que ese es el precio de la fama, olvidarse de una vida privada a cambio de contratos multimillonarios. Claro que quienes lo dicen, son precisamente los que comercializan con los escándalos de las estrellas.

Bajo mi punto de vista el precio de la fama debe ser otro.

También en el artículo anterior comentábamos que la imitación es una conducta generalizada en el ser humano, en especial entre los niños y jóvenes. Ya los lectores habrán adivinado hacia dónde nos dirigimos; no obstante, espero me permitan el gusto de no apresurar el paso.

Las grandes celebridades son objeto de imitación; niños y jóvenes desean jugar fútbol americano como Peyton Manning y las mujeres vestir como Sienna Miller; empero la fuerza de atracción de estas estrellas es tan fuerte que abarca más allá de sus campos de acción. Quienes admiran a John Cena no sólo quieren luchar como él, quieren ser igual que él en todo; por lo que él y su vida se convierten en un modelo a seguir en todos los aspectos.

Todo esto nos lleva a que un precio de la fama mucho más sublime, sería que las estrellas asumiesen su papel como modelos de la sociedad, en especial de la niñez y juventud, y llevasen vidas ejemplares en todos los sentidos. Seguramente en este punto, más de un lector pensará que esto es sólo una fantasía, pero no es así, existen casos concretos que merecen ser destacados.

En la final del pasado torneo de campeones de la ATP (el circuito profesional de Tenis en la rama varonil), se enfrentaban los dos jugadores que han dominado los torneos más importantes en los últimos años: Roger Federer y Rafael Nadal. El suizo tenía la ventaja; de hecho, sólo necesitaba de un punto más para alzar de nuevo la copa de campeón, una de las pocas que a Nadal le ha sido vedada. Roger sirvió y después de un intercambio de tiros, el último de Federer pegó fuera o al menos así lo determinó el juez de silla. Todo parecía indicar que el español se resistía a caer y así ha sido siempre; Nadal da todo de sí por alcanzar la victoria, todo menos su honor. Rafa notó que la pelota había picado dentro y se lo hizo ver al juez, quien cambió su decisión. Rafael Nadal perdía así el partido, con ello el campeonato y la oportunidad de cerrar con broche de oro una temporada espectacular, pero nos mostró que la victoria sin honor, carece de gloria. ¡Bravo Rafa! Lo hecho por Nadal es como si en la final de la Copa de Campeones, en el minuto noventa, el arbitro marcase un penal a favor del equipo que en ese momento se encuentra en desventaja de un gol y entonces, el jugador sobre el que cayó la falta se levantase y le dijese al silbante, no señor, no hubo falta. La comparación resalta más cuando, a diferencia de lo hecho por este Aquiles mallorquín, muchos futbolistas se pasan la mitad del partido tratando de engañar al arbitro, sin pensar en el mensaje que le están enviando a sus seguidores: haz trampa y ganarás.

Y si Nadal merece el epíteto de Aquiles, a Federer bien podemos llamarlo el Héctor de Basilea, porque Roger es un ejemplo de valores y virtudes dentro y fuera de la cancha. Cada vez que ocurre una desgracia en el mundo, aquel a quien se le conoce como la perfección suiza, se apresura a organizar algún torneo o partido en beneficio de los afectados por algún desastre natural.

Por fortuna ellos dos no son las únicas celebridades que sienten un profundo apego por la humanidad y el planeta; también hay otros comprometidos con diversas causas y que con su vida diaria se han convertido en un digno ejemplo a seguir. En la música encontramos a Paul McCartney, Bono, Peter Gabriel, Sarah McLachlan, Emmanuel y los miembros del grupo Maná, entre otros. Asimismo, actores como Robert Redford, Susan Sarandon, Tom Hanks, Sandra Bullock, Brad Pitt y varios más. De la misma manera otros deportistas, personalidades de la política, del mundo empresarial y claro, del sector social.

A mi parecer, existen cuatro posibilidades para que todo esto se convierta en realidad generalizada y no en la excepción: la primera es que las propias celebridades, sin necesidad de presiones externas, se comprometan a ser verdaderos modelos a seguir y de esa forma le retribuyan al mundo con algo más que con su mero trabajo. La segunda es que los medios de comunicación den mayor cobertura y trascendencia a las estrellas que, con sus acciones, promuevan valores y menos a los escándalos que sólo dejan ver los vicios de los famosos. La tercera sería que las grandes corporaciones dejaran de patrocinar a aquellos que no son un buen ejemplo para la sociedad o al menos dieran preferencia a los que no sólo son famosos sino virtuosos. La cuarta es que la sociedad misma demandase noticias de celebridades que promuevan la virtud, desdeñase a quienes sólo gustan de vivir en los pantanos de los vicios y las pasiones, así como a los medios que viven de los escándalos; en lugar de comportarse como el público en la arena del Coliseo romano, sediento de sangre y eufórico ante las desgracias de otros.

Las preguntas que vienen a mi mente son: ¿se dará alguna de estas posibilidades? Y de ser así, ¿cuál de estos cuatro sectores tendrá el valor de iniciar este cambio que nos lleve a un mundo mejor?

1 comentario:

  1. a mi entender la principal forma de jerarquizar en la escala humana es el dinero, la abolición del dinero sería una importante posibilidad de un cambio verdadero a un mundo mejor, valorar a la gente por su calidad humana por su capacidad de dar -eso de nadal confirma mi afición a su carácter y entrega- es fundamental a mi parecer hacer de lado esta carrera competitiva hacia el estrellato -como si eso fuese un fin o un objetivo- que solo genera frustración y desigualdad, valorar a las personas por ellas y sus logros, no por si una compañia refresquera lo avala: El fin justifica los medios, esa máxima enunciada por nicolas maquiavelo parece ser la norma en todas las acciones que se emprenden a nivel existencial, referencia de varios modelos políticos y económicos.
    Gran nota y mejor aún la forma de abordar el asunto para reflexionar.

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