Como escritor que soy, hay quienes me preguntan porqué se lee tan poco (algo muy triste pero demasiado común en mi país) o cómo hacer que una persona, generalmente un niño o adolescente, adquiera el hábito de la lectura. A estas preguntas dedicaré las siguientes líneas; pero vayamos un poco más atrás, justo al título de este artículo y ahí encontraremos algunas soluciones.
Como sucede con cualquier actividad, el hábito de la lectura podemos adquirirlo por diversas vías. La primera que abordaremos es la imitación; y es que gran parte de la conducta del ser humano obedece a esta, en especial en las etapas más tempranas de la vida en que la personalidad se va desarrollando; pero, ¿a quién imitamos? Pues aquellos a quienes consideramos modelos a seguir. No buscamos ser iguales a alguien a quien despreciamos. Queremos jugar fútbol como el Chicharito Hernández o Leo Messi, jugar tenis como Rafa Nadal o Roger Federer, ser tan atractivos como Angelina Jolie o Brad Pitt (según sea nuestro sexo), etcétera.
Ya regresaremos al tema de las celebridades en este y otros artículos; por ahora centrémonos en los primeros y más importantes modelos de los niños: sus padres. El papel que juegan los padres en la vida de los niños es tan trascendente que hasta las conductas malas estos las reproducen de inmediato o más adelante en sus vidas. Un niño puede ser fanático del fútbol americano, aun cuando a ningún vecino suyo o compañero de escuela le guste, si en su casa son amantes de ese deporte. Lo mismo ocurrirá con la lectura; el problema es que sucede en ambos sentidos, es decir, si en su casa el niño vive en un ambiente en el que los padres son lectores asiduos, él lo verá como algo normal y hasta deseable (ya que los niños siempre quieren asemejarse lo más posible a los adultos y hasta ser considerados como tales), empero si en su casa los libros sólo sirven como adorno, al niño no se le ocurrirá tomar uno, salvo para usarlo de banquillo y alcanzar el tarro de galletas.
Ahora bien, si los padres leen, además de dar el ejemplo, podrán recomendarle a sus hijos qué leer, pero más todavía; si leer un libro puede convertirse en una aventura maravillosa, el poder conversar acerca de él multiplicará la experiencia. Pasa lo mismo que cuando vamos al cine y luego platicamos con nuestros amigos acerca de la película. El problema es que si el niño o adolescente no tiene otros amigos que lean (lo cual ya dijimos que es común en México) y tampoco lo hacen en su casa, no tendrá con quien intercambiar sus ideas con respecto a lo que leyó. Esto puede llevarlo un día a inclusive dejar de leer para realizar otras actividades más comunes en su círculo social.
Otros, llamémosles agentes promotores de la lectura, pueden ser los maestros. Lamentablemente, por lo general, estos, lejos de incentivar la lectura en sus alumnos, son quienes la convierten en algo aburrido y hasta fastidioso. ¿Porqué sucede esto? Bueno, en primer lugar porque los libros que les dan a leer, si bien pueden ser maravillosos (ya hablaremos también en otro artículo del valor de cada libro), incluso clásicos de la literatura universal, no son adecuados para la edad de esos alumnos. Es típico que a estudiantes de secundaria les dejan leer la Iliada de Homero. Coincido con grandes escritores en que ese es uno de los libros más hermosos que existe y en lo personal me fascina; pero no fue sino hasta que lo leí varios años después de salir de la universidad que lo aprecié. En principio porque ya mi vocabulario era suficientemente amplio para no tener que recurrir al diccionario cada cinco palabras. Definitivamente es una buena práctica el tener a la mano un diccionario cuando se lee, pero no puede ser algo excesivo. Si así sucede, uno termina por no usar el diccionario, el problema es que entonces no se entenderá lo que se lee y si no se entiende, no puede apreciarse y por ende no nos gustará.
¡Por supuesto que es importante leer a los clásicos! No obstante, antes se debe inculcar en el niño, adolescente y hasta en el adulto el amor a la lectura. Sembremos esa pasión y confiemos en que más adelante ellos mismos acudirán a esos maravillosos textos. Por otro lado, existen otro tipo de clásicos, más adecuados para los nuevos lectores. La colección de «Los Pardaillan», protagonizada por el más grande de los espadachines, de Miguel Zévaco o los libros del más valeroso pirata, «Sandokán», de Emilio Salgari y, claro, los fabulosos textos del célebre Julio Verne como «Viaje al centro de la Tierra» o «Veinte mil leguas de viaje submarino».
Tampoco es de ayuda que a un adolescente se le deje leer un libro de más de setecientas páginas en una semana y peor aún hacer un reporte de eso. Lo que el maestro está pensando es que al final del año escolar habrá logrado que sus alumnos lean más de treinta libros, lo que no ponderan es que al salir de la escuela no volverán a hacerlo. Insisto, lo verdaderamente trascendente es sembrar en los niños y adolescentes el amor a la lectura. El que lean treinta libros al año vendrá más adelante, nadie comienza corriendo un maratón, pero para un día hacerlo, es necesaria la constancia y haber ido paso a paso.
Actualmente existe en mi país (y me parece ser que también en otros más) una campaña en la que distintas celebridades invitan a la gente a leer y hablan de lo divertido que esto puede ser. En lo que considero un acierto, sugieren que los padres le lean a sus hijos por veinte minutos al día. ¡Claro! Si en lugar de eso propusieran dos horas, nadie les haría caso. Ojalá que muchos artistas más se unan a esta campaña y que dure muchos años, porque los grandes cambios no se logran de un día para otro.
Lo mejor que puedo hacer para cerrar este artículo es citar a uno de mis mejores amigos, quien hace un par de meses le dijo a mi sobrino: «todo radica en encontrar ese libro que te guste tanto que digas, cómo es posible que por tanto tiempo me haya perdido de esto. Espero que el libro que vas a leer sea ese libro».
alguna vez tambien lei al respecto de la lectura -valga la redundancia- que es la expresion de un estado de animo en paz, supongo que para poder asimilar y entrar en ese mundo propuesto por las letras es fundamental tener ese silencio interno y no estar pensando en mil otras cosas, interesante lo que planteas para inculcar ese amor a la lectura tan necesario para este tiempo de agitacion y caos que simultaneamente lo es de paz y orden
ResponderEliminarEstoy muy de acuerdo en tus puntos de vista. En Estados Unidos las escuelas tienen en cada salón un centro de lectura en donde el alumno puede tomar un libro cada que tiene tiempo extra, aparte de su clase especifica para leer. En la Escuela Alexander Bain hace lo mismo y ha logrado muchos buenos lectores. Ojala las escuelas invirtieran en esta actividad tan educativa como recreativa. Las maestras reciben un curso en el que aprender a interesar a los niños motivandolos a terminar los libros.
ResponderEliminarTe felicito por ser un escritor maravilloso y por tus comentarios esperando sirvan a muchos papás y maestros.
Cuando íbamos en la primaria, hubo una campaña de la SEP. Le daban a los padres uns folletos para que incitara a la lectura a su(s) hijo(s). Recuerdo que mi mamá me lo dió a leer y uno de los puntos más contundentes y, a decir verdad, el único del que me acuerdo, es el de "Lee lo que te gusta".
ResponderEliminarClaro, la imitación es básica como lo apuntas al principio, pero encontrar el gusto por algún género es lo más difícil.
Una vez encontrado, sugiero lean, lean, lean, lean porque la lectura no sólo proporciona una abertura a otros mundos, te mejora considerablemente la ortografía, te da cultura general y la capacidad de imaginar...la cual, vemos en este triste mundo que está a punto de extinguirse junto con el tigre siberiano.
¡Me encantó amigo! Un beso desde Berlín...
Interesante reflexión, y al respecto remarcar la importancia de que desde la infancia se adquiera el buen hábito de la lectura, como una actividad preponderante ante tantos otros distractores, particularmente tecnológicos que en últimos tiempos han atraido más a los niños y jóvenes como la televisión, las computadoras, el internet, los videojuegos. Cada vez menos personas leen, y también menos hacen deporte, otra actividad importante para las personas. Deseo mucho éxito a este blog y a sus lectores para sembrar semillas de lectura en muchas almas y corazones.
ResponderEliminarSaludos.
Juan Pablo Chabaud
Leo facebook, twetter, anuncios, encabezados de artículos y me dió flojera leerlo, pero felicidades por el blog
ResponderEliminarYo tengo una hija adolescente de 14 años que le gusta mucho leer y el otro día le preguntó alguien que se sorprendió que como había nacido su gusto por la lectura y ella muy segura dijo de mi solita... Mi ego quedo un poco dañado se imaginaran ya que desde el día que nació como hasta los siete años le leí un cuento diario! Además de que mi casa tiene libros por todos lados y nunca me ha visto salir sin un libro en mi bolsa para leer cada minuto que tenga libre! Así que aunque mi hija en este momento no se de cuenta, estoy convencida de que lo que comentas en tu artículo es totalmente cierto. Mi hija de doce también le encanta leer y se que en parte eso ha sido motivado por el gran amor a la lectura que tenemos los papás en la casa.
ResponderEliminarLa lectura es la entrada una infinitud de "mundos posibles"...Así de sencillo, así de complejo.
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